"Gozar
es tan parecido al amor (y más barato)
Gozar
es tan diferente al dolor."
"Fanky" de Charly García
Nos conocimos como por casualidad, o algo así, ella me buscó a mí y yo automáticamente pensé que se trataba de una apuesta o de algún mal chiste. Ella era joven y hermosa, de una belleza que rozaba el absurdo, y yo... bueno, yo... yo simplemente era. Lo nuestro fue algo repentino, inesperado, impensado, yo no buscaba a nadie, estaba solo, abandonado, sencillamente existiendo; y ella apareció. Casi por coincidencia, por cosas de la vida, todo se daba a pedir de boca, apareció un lazo invisible que nos unía aunque quisiéramos separarnos, lo podíamos sentir los dos.
Cierto día, el viento (astuto y tramposo como es) hizo que llegara a sus oídos las palabras "destino" y "magia", eso que es cosas de hadas y ogros, adivinación y pitonisas, pero también de cuentos fabulosos; la coincidencia, los cuerpos y el tiempo hicieron el resto. Entre nosotros había una emoción nueva, intensa, placentera, nos gustábamos mucho y la verdad era que también nos gustaba eso que sentíamos. En otras palabras, había gozo... y si no era amor, se parecía bastante... si no era felicidad, se acercaba mucho.
A un paso del gozo (y a la vez, opuestos al mismo) se encuentran el disgusto, el desagrado y, en ocasiones, el mismísimo dolor. La distancia (y los tiempos distintos) trajo el disgusto; la in-coincidencia (aun luego de tanta coincidencia) trajo el desagrado; y la desilusión (el fin de la ilusión, de la magia) trajo el dolor. Como si dos personajes de una misma historia, concebidos el uno para el otro, fueran colocados -caprichosamente- en páginas distintas de un mismo libro. Destinados a buscarse, destinados a encontrarse, mas no a estar juntos.
De lo dicho quedaron los escombros: Un proyecto de café (o café proyectado) que jamás pudo ser. Sexo salvaje y violento (tan distinto al amor) que sólo es realidad en dos o tres sueños. Un lugar en el mundo, que fue de los dos y hoy no es de ninguno. Ese aroma a poco, a algo inconcluso, a señal de retorno, a que esto no es todo... Pero al final del día, ¿quién nos quita lo gozado?
Un dibujo irreverente, un poema imposible, una entrada incorregible.
Si la magia se manchó
con un café que no fue,
no era magia, mi amor,
ni tampoco fue el café.
Nosotros
I
Nos
conocimos por capricho,
nos
mensajeamos por respeto,
y como
guiados por el destino
nos
desvestimos en secreto.
II
Que dos
versos no eran nada,
que
insinuarnos no era lo nuestro,
que yo me
moría por tus nalgas,
que tus
ganas me querían dentro.
III
“No me
importa dónde acabas,
con verte
llegar yo sólo sueño”,
vos
sonrojada me confesabas
que era un
antojo de Morfeo.
IV
Tus dedos
rozaban tus labios,
tus manos
no pedían silencio,
tus ojos
no decían “te amo”,
pero tu
boca me soltaba un beso.
V
Tu quejido
quebraba el silencio,
la piel se
erizaba ante tal osadía,
dos
falanges se volvían recuerdo,
brillaba
el placer que se escurría.
VI
Eran tuyos
todos mis desvelos,
te
veneraban todos mis ratones,
no había
cielos, no había infiernos,
fuego de
libidinosas pasiones.
VII
Y era de
ti mi camisa blanca,
era de ti
desnudarte al espejo,
que era de
ti caminar en patas
pisoteando
algunos deseos.
VIII
Era de ti
enredarte en la cama,
era de ti
mostrar tus antojos,
era de ti planear
un mañana,
lazo
inescindible entre nosotros.
IX
Dueña del
tiempo y del placer,
de cada
pausa, de cada foto,
de los oniros que viste arder,
de la
existencia de este ogro.
X
Y ahora
que ya no te tengo,
no te
quiero, pero te añoro;
tu
recuerdo desata un incendio,
nombrarte
me llena de odio.
XI
Sin
embargo, en mí memoria,
está
pendiente lo que no fuimos,
una página
en nuestra historia,
el
borrador que no escribimos.
XII
Que soñamos
un café bajo el tejado
en algún
pueblo de montaña,
sentir la
brisa de aroma serrano
y revivir de placer
en cada mañana.
Besos calentitos en la comisura de los labios y abrazos prolongados que confundan los latidos.
NACHO