20.9.20

Justicia

"La Justicia es la reina de las virtudes republicanas y con ella se sostiene la igualdad y la libertad."

Simón Bolívar




"Los abogados -dicen- hablan raro"; más de una vez se nos ha pedido que hablemos como personas normales en vez de dar la impresión de que estamos repasando hechizos medievales o encantamientos Celtas. Personalmente creo que la forma de hablar que tenemos los abogados engalana la profesión, y si alguien no entiende, los diccionarios son libritos muy económicos cuando no se sabe usar Google.
"Los abogados viven hablando de justicia", dicen también, lo que es cierto, pero porque en algún momento de la profesión entendemos que es, quizás, el principio rector de todas las cosas. Para ser más claro, Ulpiano decía que "la justicia es la constante y perpetua virtud de dar a cada uno lo suyo", y todo en este mundo depende de que se dé a cada uno lo que le corresponde, de eso hablan los alquimistas cuando mencionan la "equivalencia de intercambio"; de eso hablan los matemáticos cuando escriben una ecuación. Justicia. La justicia, como principio, sostiene la libertad (que depende necesariamente de la verdad) y la igualdad (eso de dar a todos y cada uno lo suyo).
Según entiendo, en el amor también debería haber justicia. Debería haber sinceridad (verdad) para poder elegir (libertad) y debería haber igualdad (reciprocidad) para que la relación se sostenga, crezca y avance; porque si sólo uno de los dos rema en ese bote no se llega a ningún lado (sólo se da vueltas en círculos).
(Me) Sucede que a veces nos vemos sumidos en una relación donde perdonamos todo, siempre, sin que haya reciprocidad del otro lado; que entendemos todo, siempre, sin que haya reciprocidad del otro lado; que aceptamos todo, siempre, sin que haya reciprocidad del otro lado; que cedemos todo, siempre, sin que haya reciprocidad del otro lado; y quizás no vemos que nos falta igualdad, ergo nos falta justicia... Con suerte, tal vez nos demos cuenta de esto a tiempo, quizás hasta lleguemos a quitarnos la venda de los ojos como para ver que nos falta verdad y libertad también, y que, por lo tanto, no hay amor o relación alguna, que todo fue una sombra, una ficción, una ilusión, un seductor perfume atado al viento.
El caso es que sí, hablamos raro, hablamos mucho de justicia y todo lo vinculamos al derecho. Pintorescos personajes los abogados.
Como abogado, que a veces hace de cuenta que dibuja, me llegó la hora de dibujar a la Dama de la Justicia (sin hacerle mucha justicia, la verdad). En la mano izquierda lleva la balanza que representa la igualdad y en la derecha la espada que representa el castigo, la pena, la sanción.
Les dejo un poema de abogado:

A mí me gusta usted
I
Yo juro y confieso que a mí me gusta usted,
mas no para presumirla, menos aún ufanarme,
sino para tomarnos juntos, tal vez un café
mientras describo el futuro ese del que le hablé.
II
Juro y confieso que es cierto, no quiero testigos,
que documental no le pido, ni ampliar yo precise,
que me propongo tan sólo endulzar sus oídos,
sin sortear ni un perito y si usted lo permite.
III
Yo juro y confieso que a usted le guardo cariño,
que exagero como un niño cuando hablole de amor,
pues, al igual que los niños, el amor yo no mido,
la verdad siempre digo y doy sin un pero mi corazón.
IV 
Juro y confieso que es cierto que gusto de usted,
que mis cuentos y sueños pretendo narrarle,
que quiero ser su recuerdo aún sin tocarle la piel,
y notificarle los secretos que la hagan enrojecer.
V
Yo juro y confieso que me gusta usted mucho,
que con la verdad vengo -me tendrá que creer-,
que serias intenciones tengo -os lo aseguro-
tan sólo de estar a su lado, oyendo la lluvia caer.
VI
Juro y confieso que es cierto, reiterole otra vez,
que para con su persona lo procuro yo todo,
SOLICITO que conste que me gusta usted.
Provéase de conformidad y será un nosotros.


Besos y abrazos varios (léase: saludo a la distancia por el COVID-19)



NACHO

5.4.20

De mis demonios

"Los ángeles lo llaman placer divino; los demonios, sufrimiento infernal; los hombres, amor."
Heinrich Heine


"Long time no see", dicen los norteamericanos. He vuelto. En todo este tiempo me he cruzado con un par de nuevos demonios (personales y no tanto) y a los demonios hay que enfrentarlos (dicen los que saben), y de enfrentarlos -a veces- uno queda alicaído, golpeado, con unas cuantas cicatrices y unos torpes poemas que sangran sobre un blanco papel o un negro teclado. Con un poco de suerte (o desgracia, según cómo se mire) tal vez nos queden sus rostros plasmados en grafito y algún que otro recuerdo; recuerdos que como las cicatrices nos recuerdan que hay errores que duelen demasiado y que no valen la pena. De tanto en tanto es prudente guardar los recuerdos que nos quedan, por si a caso nos volvemos a encontrar con aquellos demonios, no sea cosa que nos olvidemos del daño y que nos dejemos seducir -una vez más- por sus hipnóticas mentiras y sus peligrosas curvas.
La mancha de grafito sobre el papel -no me atrevo a llamarlo dibujo- es el recuerdo de lo mucho que dolió, esa mancha que adjunto es la cicatriz que conservo de advertencia por si me la vuelvo a encontrar. Además de esos trazos de mis lápices, me quedó un poema con una métrica rara y un significado que cambia según el lector, se los comparto:

Demonios
I
Ya ves, aquí estoy escribiéndote otra vez
y es porque al fin te he dejado de soñar,
puedo decir que finalmente me desperté
a mi oscura, cruda e innegable realidad.
II
Ya ves, hoy abrí el libro de tus mentiras,
leí en silencio los capítulos tu cruel ficción,
y en él me vi encarnando al protagonista
de tu negra comedia, tu tragedia, tu traición.
III
Ya ves, que yo aterrado me vi deshecho,
ya vacío en mi pecho, sin poder entender
cómo tu veneno me quemó por dentro,
cómo no vi mi tormento vestido de mujer.
IV
Ya ves, entre tus dedos se fue lo nuestro,
sin saberlo estaba ciego creyendo poder ver,
y sobre mis manos me encontré los restos
de tus promesas, mis deseos y mi estúpido querer.
V
Ya ves, jugué tu juego y quedé en el suelo,
me lanzaste al fuego como a un soldado de papel,
vos me trataste como a un feo perro callejero
y sin ni un “no te quiero” me arrancaste de tu piel.
VI
Ya ves, me usaste, tiraste y usaste de nuevo,
fui otro corazón descartable para tu divino placer,
demonio, me llevaste hasta tu propio infierno,
de mis sueños escapaste para en pesadillas volver.
VII
Ya a la distancia pienso que debo decirte
que hubo tres cosas en las que tuviste razón,
en que no sos para mí, que nunca lo fuiste,
y que yo me merezco a alguien mucho mejor.
VIII
Ya ves, no tengo rencor, y sí algunos celos,
mas no me paseo diciendo que te superé;
ya ves, me hiciste daño y ya no te quiero,
y si preguntas yo creo que no te perdonaré.
IX
Y ya ves, nada me hirió más que tu recuerdo,
y por eso aún lo conservo en esta mesa de luz:
pues no quiero olvidar, si algún día te encuentro,
que he conocido demonios más piadosos que tú.

Besos y abrazos varios (léase: saludo a la distancia por el COVID-19)


NACHO